El gran arquitecto brasileño falleció a los 104 años, fue velado en el Palacio del Planalto, en Brasilia, una multitud lo despidió entre aplausos y lágrimas.
Dilma Rousseff declaró siete días de duelo y el Mercosur lo nombró ciudadano ilustre post mórtem; hoy será sepultado en Río.
En la fotografía, el féretro de Niemeyer cubierto por la bandera de Brasil, llegando al Palacio del Planalto.
En Brasilia quedan los edificios más icónicos de Niemeyer, como la Catedral de Brasilia, el Museo Nacional, el Palacio de Itamaraty, el Congreso, el Supremo Tribunal Federal y el Palacio del Planalto.
Hablar de Oscar Niemeyer es hablar de un hombre apasionado, genial artista y comunista comprometido. Su enorme capacidad permitió que en Belo Horizonte, Río y San Pablo surgiera la arquitectura que dio identidad al Brasil moderno, consolidadada con la construcción de Brasilia, su nueva capital.
Niemeyer, ciudadano del mundo y maestro reconocido internacionalmente decía:
”Para mí la arquitectura no es lo más importante. Importantes son la familia, los amigos y este mundo injusto que debemos modificar”. /…/
”No es el ángulo recto el que me atrae, ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer amada”. /…/
El arquitecto realizó para la Argentina un proyecto para la Fundación Puerto de la Música, de Rosario, que sigue vigente, esperando mejores condiciones económicas.
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